Suena su flauta el boyero
anunciando la alborada,
y un tul de niebla plateada
vela la luz del lucero;
luego el clarín del hornero
entona su franca diana,
que en el aire se desgrana
como espiga de alegría,
y un ceibo anticipa el día
con su resplandor de grana

Hasta mi viejo ranchito
se alegra con la mañana,
que crece azul y lozana
por el espacio infinito;
un madrugador humito
se levanta del fogón,
para ondular, juguetón,
en la brisa placentera,
mientras canta en la caldera
el agua del cimarrón.
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